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Entrevista a Silvia Oro, especialista en desarrollo económico regional

La frutilla del postre: ¿cómo es la producción y comercialización de esta fruta que se cultiva en Varela y llega a todo el país?

Por Andrea Romero, Julio Longa y Damián Ierace

 

 

Alrededor de 120 hectáreas de Florencio Varela se utilizan para el cultivo de frutillas. Se trata de uno de los productos más destacados del sector hortícola de la zona, proviene de pequeños establecimientos de la agricultura familiar y se consume en todo el país. Si bien la agricultura familiar, que es el modo de producción adoptado por estos productores, está abriéndose camino dentro de algunas propuestas económicas que buscan ser más justas e inclusivas, el sector enfrenta dificultades, como el desarrollo tecnológico, los canales de comercialización y el costo de los insumos.

El caso de las frutillas de Florencio Varela muestra cómo la producción y comercialización pueden mejorar a través del fomento de acciones colectivas. Esta es la conclusión del trabajo de investigación de Silvia Oro, licenciada en Administración de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, especialista en Evaluación de Políticas Públicas y Docencia Universitaria.

Silvia es una de las primeras graduadas de su carrera y docente investigadora de la UNAJ. Su familia se ha dedicado durante décadas a la producción de frutillas y esa experiencia la ha impulsado a buscar visibilizar este sector y analizar qué mejoras requiere.

En su investigación “Comercialización, agregado de valor en la agricultura familiar en Florencio Varela. Caso: la producción del cultivo de frutilla (Fragara x ananassa)” la investigadora hace foco en una serie de ejes: el contexto histórico, el ciclo productivo, la vinculación territorial.

¿Cuál fue el disparador para esta investigación? ¿Qué significó este inicio en la investigación?

El trabajo tiene varios ejes y tiene muchas referencias de mi vivencia como parte de una familia productora. Yo nací en Florencio Varela y mi familia se ha dedicado históricamente a la producción de frutillas. Eso me llevó a querer investigar sobre este tema, que lo desarrollo en tres ejes: en un contexto histórico, el ciclo de la producción de frutillas para que se pueda conocer lo que lleva ese proceso productivo. Y luego trabajo sobre el tema de vinculación territorial, a través de una gestión asociada con diferentes problemáticas que atravesó el sector, principalmente lo referido a adquirir los plantines en 2014. Los plantines de frutilla casi no se reproducen en nuestro país, son importados de Estados Unidos y si bien en los últimos años se han ido produciendo en la Patagonia, el problema ha sido su elevado precio. Por eso los productores comenzaron a buscar una solución. Allí surge la gestión asociada.

Con la ayuda de mi formación académica, pudimos triangular con la gestión municipal y la Asociación de Productores e iniciamos entonces la búsqueda de proveedores para abaratar costos. Logramos contactar a una empresa de la Patagonia y como resultado logramos una compra conjunta. Por ello en el trabajo incluyo el asociativismo como forma de desarrollo para la zona.

¿Cómo es la situación de la frutilla en la zona?

El cultivo en Florencio Varela cuenta con alrededor de 800 productores de distintas actividades: florícola, hortícola y entre ellos, la producción de frutilla. El fuerte de Florencio Varela hoy en día es la frutilla. Contamos con alrededor de 120 hectáreas de cultivo que -demostrado a través de análisis de costo-, es muy rentable para el productor. Las zonas aptas para este cultivo son La Capilla, Barrio San Luis, porque tienen el clima, la calidad de la tierra, el agua necesaria para ello. Lo mismo sucede en La Plata, que comparte estas condiciones climáticas.

En la investigación, haces eje en la acción colectiva, la asociación entre productores y cómo la universidad aporta en ese sentido ¿Cómo es esta situación de acción colectiva entre los productores?

Los productores se asociaron porque tenían una necesidad en común. También si nos referimos al proceso histórico de la agricultura familiar, ya hace más de una década que se ha visibilizado este sector y por eso los productores se han ido nucleando en cooperativas, asociaciones civiles, cooperativas de trabajo para hacerse más visibles y tener beneficios. Y también creo que es importante destacar el rol del Estado, que ha ido desarrollando más políticas públicas. Lo podemos ver en esta universidad, ese proyecto tan hermoso que es la Periurbana.

¿Cuál es la problemática actual para este sector?

El tema de los plantines continúa siendo un problema por el costo, pero la agricultura familiar se enfrenta hoy a varios otros problemas. En el sector de las frutillas es muy alto el valor de otros insumos, uno de ellos es el mulching, que viene del extranjero y que se utiliza en el ciclo de producción (El uso del mulch plástico permite controlar las malezas y también la conservación del agua). En este ciclo, primero se prepara la tierra, se hacen unos lomos y se forran con el mulching para que la planta contenga humedad y no se pudra el fruto. Para que un productor le sea económicamente rentable la producción necesita al menos 10 de estos rollos y el valor de cada uno es de 35000 pesos.

La investigación también aborda la comercialización, ¿cuál es el panorama?

Los productores que trabajan una o dos hectáreas no suelen tener un acceso a los mercados entonces comercializan “en tranquera” o “culata de camión” que es cuando un tercero compra la producción. Lo que favorece al productor es la venta directa, como lo que ocurre en la Periurbana en la universidad. Cuantos más actores intervienen, más pierde el productor. Es un producto que además lleva más tiempo y mucha inversión.

¿Cómo es el ciclo productivo de la frutilla?

El cultivo de frutilla fue traído a Florencio Varela en 1985 desde Mendoza. Empezaron a cultivarlas la colectividad italiana y japonesa que tenían un proceso productivo diferente del que se realiza hoy. También se utilizaba mano de obra de personas que venían de otras provincias como Chaco, trabajadores golondrina que venían porque era una producción a gran escala, cultivaban tres o cuatro hectáreas. Esta situación fue cambiando porque los hijos de los productores no siguieron con la actividad, se volcaron a la ciudad. Hoy el grueso de esta actividad la realiza la agricultura familiar y por eso también cambió la forma de trabajo, que inicia cuando comienza a reservarse, prepararse la tierra en noviembre. Luego se plantan los plantines en febrero; en marzo, abril comienza la reproducción de los estalones y se va reproduciendo por gajos. En junio comienza la limpieza de la planta y luego se les coloca uno arcos de mimbre anteriormente (ahora con hierro) porque tienen un costo muy alto. En agosto se forra con un mulching cristal para que la planta se desarrolle más y empiece a aflorar. Luego comienza la limpieza de la planta hasta septiembre cuando comienza la cosecha.

¿Qué herramientas o políticas faltan para fortalecer el trabajo de los productores?

Yo veo un Estado muy presente. Hay políticas para el sector en la formalización, por ejemplo, existe el monotributo social y varias herramientas que les permite acceder a varios beneficios. Quizás lo que más le falta al sector es el desarrollo tecnológico. En el caso de las frutillas se está trabajando en la producción semihidropónica, principalmente por el problema de la tierra, porque la frutilla necesita constantemente tierra nueva. Esta forma de producción consiste en producir bajo hibernáculo con un sistema semihidropónico, con sacos de coco que provienen de Holanda. Con este sistema habría cultivo todo el año y se mejorarían las condiciones de trabajo, porque se hace en altura. Y además se suma el beneficio de que el saco de coco dura 4 años y de esa manera no sería necesario renovar el plantín todo el año.

¿Cuándo empezó tu familia con esta actividad y qué significó tu mirada académica y de investigación sobre la actividad?

Yo creo que la universidad ha impactado en varios sentidos en mi caso. Las herramientas que me ha ofrecido para poder visibilizar el sector, que podamos escribir sobre este tema, investigar, apoyar. Yo elegí esta carrera porque siempre me gustaron los números. Terminé la escuela en un Centro Educativo de Nivel Secundario de Adultos y justo comenzó a funcionar la universidad. Y fue un desafío también escribir sobre esta investigación.

La actividad en mi familia comenzó con mis padres; ellos son migrantes de la provincia de Jujuy y vinieron a Buenos Aires a trabajar en la década del 60. En la actualidad solo ha quedado trabajando uno de mis hijos, el resto decidió estudiar.

A la luz de lo que has encontrado durante la investigación ¿reconoces alguna proyección para el sector que le permita resolver las problemáticas que hoy enfrenta?

En principio la tecnología es uno de los elementos que encuentro importantes para tener en cuenta. Por otra parte, con respecto a los canales de comercialización, se está trabajando sobre el tipo de packaging, para poder darle otro valor a la producción, no solo trabajarla en fresco, y en un futuro, poder comercializar con los supermercados.

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