Entrevista a Silvia Kochen, neurocientífica especialista en cannabis e investigadora principal del Conicet
Por Julio Longa, Andrea Romero y Damián Ierace
El uso del cannabis con fines medicinales ha generado un creciente interés en la comunidad científica y en pacientes que buscan alternativas para el manejo de diversas enfermedades. Entre ellas, la epilepsia ha despertado el interés de investigadores e investigadoras debido a los potenciales beneficios que le puede ofrecer el cannabis en su tratamiento. Este trastorno neurológico crónico se caracteriza por la aparición recurrente de convulsiones y otros síntomas asociados. Aunque existen tratamientos farmacológicos convencionales para controlar las convulsiones, un porcentaje significativo de pacientes no responden adecuadamente a estos medicamentos, lo que ha llevado a la búsqueda de terapias alternativas.
En este marco, un equipo de investigadoras comprobó que el aceite de cannabidiol (CBD) es eficaz en epilepsias que afectan solo a una parte del cerebro y son resistentes a los fármacos. El estudio, que tuvo una duración de seis meses, evaluó la eficacia, seguridad y calidad de vida en 44 pacientes adultos de entre 18 y 60 años con diagnóstico de epilepsia focal. “Este trabajo científico lo hicimos con una población de pacientes con epilepsia que no respondía a la medicación convencional pero que responden al cannabis”, destaca Silvia Kochen, directora de este proyecto de investigación que realizó junto a Manuela Villanueva, Liliana Bayarres, Anilu Daza-Restrepo, Silvia González Martínez y Silvia Oddo, integrantes de la Unidad de Neurociencias y Sistemas Complejos (ENyS), un espacio multidisciplinario de investigación, docencia y transferencia articulado entre CONICET, la Universidad Nacional Arturo Jauretche y el hospital de alta complejidad El Cruce-Néstor Kirchner, de Florencio Varela.
El estudio se realizó en el hospital El Cruce, tuvo una duración de seis meses y fue publicado en la revista Epilepsy & Behavior. Develó que el aceite de CBD administrado de manera complementaria en pacientes adultos con epilepsia focal resistente a fármacos fue eficaz, seguro y bien tolerado. De las 44 personas que formaron parte del proceso, el 86% redujo a la mitad sus convulsiones mensuales. “A diferencia de otras drogas con las cuales hay que retirar al paciente del ensayo clínico porque tiene un efecto adverso severo, en este estudio no sólo eso no sucedió, sino que además, vimos un impacto positivo en la calidad de vida del sujeto. Por ejemplo, está más conectado, mejora su humor, el sueño”, asevera Kochen, coordinadora científica de Cannabis CONICET y también de la Red de Cannabis de Uso Medicinal e Industrial del CONICET (RACME-CONICET). Con respecto a los efectos del aceite de CBD, la especialista enfatiza que “algunas moléculas o fármacos son excelentes, pero muchas veces no las podemos usar porque aumenta la ansiedad o porque interfiere con una buena calidad del sueño. Entonces esto también posiciona al CBD con una eficacia directa disminuyendo la frecuencia de crisis, y también con otros efectos que son realmente muy positivos”.
Uno de los criterios de inclusión en la muestra fue que sean pacientes con epilepsia focal. ¿Cuál fue el motivo de esta selección?
Porque la forma más frecuente de presentación de la epilepsia es lo que se llama focal: una zona de la corteza cerebral donde se ubica una red neuronal epiléptica y desde donde se origina la descarga. Entonces el estudio se basó en esos pacientes con epilepsia focal que no responden a la medicación. Hay muchas publicaciones sobre niños y adolescentes, sobre encefalopatías epilépticas, sobre formas generalizadas de epilepsia, pero hay muy pocas en poblaciones jóvenes y adultos en formas de epilepsia focal, sin ningún tipo de alteración cognitiva. Y entonces queríamos ver cómo era la respuesta en esta población.
“Soy directora de cine y junto con Emiliano Serra estrenamos un documental que se llama cannabis medicinal”, anuncia la neurocientífica Silvia Kochen. El documental se estrenó en mayo y es una producción que reúne los testimonios de profesionales de la salud, interpelados por la propia comunidad, en sus investigaciones para entender qué es el cannabis medicinal, cómo se usa, quiénes lo hacen y cómo lo consumen. Participan figuras influyentes del campo político que permitieron introducir cambios políticos para lograr avances en la búsqueda de acceso a la salud por parte de pacientes y familiares.
Kochen describe el proyecto: “Dura una hora y se caracteriza por ser muy coral, entre las y los que hablan están desde Raphael Mechoulam (químico orgánico israelí fallecido hace unos meses, profesor de Química Medicinal en la Universidad Hebrea de Jerusalén y reconocido como el “padre” de la investigación en Cannabis), investigador que identificó por primera vez en el mundo el THC, que es el componente psicoactivo y después el sistema endocannabinoide, hasta el Pepe Mujica, que durante su presidencia en Uruguay se legalizó el uso de cannabis. Además, muchas y muchos investigadores de CONICET, profesionales de la salud y también están presentes, por supuesto, los cannabicultores, las cannabicultoras y las familias que tuvieron el puntapié inicial.
¿Qué significó pensar y organizar este documental?
Fue muy lindo, de mucho trabajo, pero muy divertido y gratificante. Trabajar con Emiliano (Serra) ha sido un lujo. Y estas posibilidades de entrevistar y esta posibilidad de entrevistar a tanta gente, no lo podía creer. Por ejemplo, a Mechoulam le envié un mail y me sorprendió por la respuesta que me dio. Había leído un paper que había escrito sobre el cannabis y epilepsia, y aceptó la entrevista. Cuando llegamos a Israel, nos recibió en Jerusalén, en su departamento con su esposa (que es una mujer maravillosa), y pensamos en estar media hora pero estuvimos como 3 horas. Cuando terminó la entrevista nos dijo ´me parece que quedaron cosas para decir, ¿quieren volver mañana?´. Casi me pongo a llorar de la emoción.
Y con el Pepe Mujica me contacté a través de un amigo mío que conocí cuando los dos estábamos estudiando en París. A través de un contacto suyo del ministerio de Cultura de la gestión de Mujica, consiguió la entrevista. Cuando nos recibieron el secretario nos dijo: ´es una charla que deberá durar como mucho, 15 minutos´. Y fue increíble porque estuvimos con el Pepe más de 2 horas y nos morimos de risa porque es un personaje, yo estaba muy emocionada.
Así como cuento estas historias con estos dos grandes personajes, también fue hermoso como nos recibieron las mujeres de “mamá cultiva”. Tuvimos una gran recepción en el país y afuera que se nota la emoción de la gente en participar y la generosidad. El gran desafío era que no sea un bodrio, que no te aburra y la gente sale contenta, te cuenta que, por ejemplo, en Tandil se proyectó en el espacio INCAA y asistieron familias, cannabicultores, investigadores, profesionales de la salud y cuando terminó el documental, se armó un debate y luego se conformó una red entre los que lo vieron. Eso para mí es un premiazo.
Teniendo en cuenta este proyecto de investigación y los resultados favorables del tratamiento de la epilepsia focal con CBD, ¿se puede contemplar este fármaco para otras enfermedades?
Existen muchas líneas abiertas en este momento y un crecimiento exponencial de las publicaciones. Se está trabajando en Parkinson, en autismo, en demencia, en el dolor crónico, en glaucoma, en trastornos del sueño, en trastornos de la ansiedad. A esto se suma que no hay dosis letal, o sea, no hay ningún reporte de muerte por uso de cannabis; tampoco hay efectos adversos severos.
Incluso, está muy discutido si provoca adicción ya que algunos autores dicen que el THC en altas dosis puede provocarla. Pero, por otra parte, existen investigaciones que sostienen que el cannabis se está trabajando como droga de salida a adicciones severas.
En línea con esto último que planteás, ¿considerás que aún es una complicación y que existe cierta resistencia en hablar sobre cannabis al estigmatizarlo como una droga ilegal?
Es muy interesante la pregunta. Cada vez sucede menos. Se hicieron encuestas desde la RACME, la red de cannabis CONICET que coordino, también desde ONGs en las Ciencias Sociales, en la Universidad Nacional de Quilmes, sobre esto que preguntan y cada vez hay menos prejuicio. Creo que una cosa importante es el conocimiento. A medida que vos tenés información y conocimiento va derribando estas tabúes y prejuicios y también en la demostración de la eficacia. Por ejemplo, la gente mayor que tiene dolor crónico anda muy bien con el cannabis. Entonces esta evidencia, esta construcción de conocimiento, que es un poco una de mis preocupaciones para evitar que se diga cualquier cosa, hace que también contribuya. También ayuda a derribar todos los prejuicios, esta demonización que tuvo la planta en su momento cuando se decidió que se prohibía.
¿La aprobación de la ley de cannabis medicinal y cáñamo incide también?
Estamos todos esperando que se termine de implementar a través de la agencia nacional de cannabis. Una preocupación que tenemos es que se está demorando demasiado. La otra preocupación es que cuando se reglamente, no repitamos errores de otros países, donde quedó limitado a algunos pocos y entonces no se tiene en cuenta todo el trabajo que se realiza en todo el país, a nivel federal: empresas públicas y privadas, pequeñas ONG, pequeñas cooperativas. La idea es que cuando se reglamente, los brazos se abran de verdad de manera muy amplia, como para que esto no quede acotado, limitado, a unos pocos.
¿Hay experiencias en otros países de desarrollo que puedan tomarse como ejemplo?
Hay muchas experiencias para tomar y también hay muchas experiencias para no tomar. Hay que tratar de no cometer los mismos errores. Por ejemplo, el año pasado estuve en California, donde el cannabis es totalmente legal, se aplica lo mismo que para el alcohol: tenés que ser mayor de edad. Pero resulta que, si bien está lleno de negocios donde podés comprarte algo que tenga un 80% de THC, es decir, no hay tope, ninguna limitación, es carísimo, es extremadamente caro. Y como no está anunciado como un producto de salud, es accesible para el que tiene un buen poder adquisitivo. Y el resto no puede acceder. Entonces estando en Oakland, que está frente a San Francisco, y es el lugar histórico donde empezó todo el movimiento cannábico, fui recibida por una empresa que era histórica y que en ese momento era una ONG, con una onda más hippie, pero la vendieron porque el espíritu que tenía, un espíritu solidario, accesible a cualquiera, ahora es una iniciativa casi lujuriosa porque adquirir cualquiera de esos productos es carísimo. También puedo dar el ejemplo de Uruguay, donde están los clubes cannábicos, que no pueden vender productos para la salud. Pero en las farmacias hay un único producto registrado que sale muy caro. Entonces qué hace la gente, recurre al mercado negro: adquiere productos para la salud que tienen en el club cannábico. Estoy dando estos ejemplos porque me parece que es el gran desafío que tenemos. En Argentina estamos en condiciones de hacer las cosas muy bien con una propuesta accesible y de calidad.
La Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos es un espacio multidisciplinario de investigación, docencia y transferencia, dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) y del Hospital “El Cruce-Dr. Néstor Carlos Kirchner”. Entre sus objetivos, busca promover, realizar y coordinar estudios teóricos, comparativos, experimentales y clínicos en el campo de las neurociencias y sistemas complejos.
En el plano de formación, además de las carreras de posgrado que propone, se destacan las diplomaturas sobre cannabis medicinal dictadas y certificadas a través de la UNAJ, destinadas a la comunidad en general y a profesionales. Silvia Kochen, coordinadora científica de Cannabis CONICET y también de la Red de Cannabis de Uso Medicinal e Industrial del CONICET (RACME-CONICET) realiza un recorrido de cómo surgieron estas capacitaciones y remarca la importancia de esta formación:
“Descubrimos que había una gran demanda y había una gran ausencia de formación en todo lo que tenga que ver con el cannabis. Entonces, hace dos años, lanzamos la primera diplomatura de vinculación. Me acuerdo que cuando me preguntaban cuántos alumnos pensábamos que íbamos a tener yo dije ´no sé, serán 40 o 50´. Entonces ahí perdí toda credibilidad porque tuvimos más de tres mil inscriptos la primera vez.
El año proyectamos la diplomatura superior para el segundo cuatrimestre. Previo a la inscripción, creí que podía ser más complicada la convocatoria porque había que tener en cuenta el título de grado, la duración de 12 meses… Pero para el cierre de esta diplomatura, en la última clase virtual, había más de 100 alumnos y alumnas. Entonces creo que esto demuestra dos aspectos: el primero, la demanda que hay de la comunidad para aprender y para saber; tanto de los y las profesionales como de toda la comunidad. El segundo aspecto es la calidad de excelencia que tiene la diplomatura que se logró porque dan clases investigadoras e investigadores de CONICET, profesionales de la salud y mucha gente que está en la comunidad, que tiene saberes increíbles y sabe sobre la planta mucho más de lo que se sabe en la Academia, o las ONGs, que vienen trabajando con este tema y dan también sus charlas y enseñan.
Lo que se logra es una relación virtuosa entre la comunidad de distintos saberes donde hay una construcción, donde es muy frecuente que las y los alumnos sepan más que los y las docentes. A mí me conmueve, me parece maravilloso”.
Existen ONGs, cooperativas y empresas dedicadas al cultivo, la producción y comercialización del cannabis que, para hacerlo, deben estar inscriptas en el Registro Nacional de Comercio y Fiscalización de Semillas (RNCyFS) dependiente del Instituto Nacional de Semillas (INASE). Una de estas empresas es Wildlife Farm, ubicada en Puerto Madryn. El CONICET le otorgó la licencia para la comercialización de 2 variedades de semillas. Las semillas son Pachamama, que tiene una genética alta en cannabidiol (CBD) y Malvina, con genética en tetrahidrocannabinol (THC). ¿Esto también se enmarca en ese gran desafío que planteás?
La investigación y el desarrollo de las semillas depende del Centro Nacional Patagónico (CENPAT), que es un centro de investigación y desarrollo de CONICET, y de la empresa Cannabis CONICET, que depende de la ENyS. La comercialización de esas semillas se hace a través de la empresa Whale Leaf Farm, que también puede cultivar. Entonces se podrá hacer una mayor escala: no es lo mismo la escala que te genera la reproducción solamente para investigación y desarrollo, que si lo vas a comercializar.
Esto significa soberanía, calidad; significa que cuando vas a cultivar, a producir, sabés la genética de la planta que estás usando. Entonces, si reconozco qué tipo de dolor tiene un paciente, podemos elegir la planta que tiene una semilla con THCCBD en proporciones más THC que CBD, incluso un paciente con epilepsia usar CBD. Lo planteo como un ejemplo. Y además tiene que ver con una economía porque es mucho más económico adquirir semillas nacionales que si debemos importarlas. Entonces eso impacta en toda la cadena productiva. Y más allá de estas licencias, también desde la empresa Cannabis CONICET estamos haciendo controles de calidad de las semillas de productores pequeños, medianos, grandes. Y también, a través de los campos de cultivo experimental que tiene la UNAJ, que se ensambla con nuestras líneas de investigación y la carrera de Ciencias Agrarias de la universidad. La propuesta consiste en seguir mejorando la genética de la planta para encontrar nuevas y mejores formas que tengan un impacto directo en la salud, en la alimentación y también a nivel industrial.
Y saliendo del campo de lo medicinal, ¿qué otras aplicaciones consideras que puede tener el cannabis y particularmente el cáñamo, pensando en otros sectores como el ámbito industrial, productivo, por ejemplo?
En este camino que estoy recorriendo me enteré que fue (Manuel) Belgrano quien trajo el cáñamo a nuestro país. Y encontramos que en 1937 ya había registros de todos los lugares que en el país, provincia por provincia, se cultivaba el cáñamo. De hecho, cada vez hay más evidencia que cuando se prohíbe y se la circunscribe dentro de las drogas prohibidas (lo hace Estados Unidos más o menos por la década del 30) es porque competía muy fuerte la fibra de cáñamo con el plástico que recién aparecía. En ese momento eran una porquería los productos de plástico y no había ningún tipo de conciencia sobre la contaminación. Por eso se cree que se prohibió porque sino, no tiene ningún sentido. De hecho, en estos momentos, por ejemplo, la empresa Lego informó que sus próximos muñecos los va a hacer con fibra de cáñamo. No van a usar más el plástico. También su uso como biodiesel. Por eso la potencialidad que tiene realmente es infinita.