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Entrevista a Bárbara Brea

Arquitecta, Diplomada en Producción Más Limpia de la UNAJ, Doctoranda en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad Nacional de La Plata y Maestranda en Gestión de la energía por la Universidad Nacional de Lanús. Es la directora del Proyecto GENUP2.0. Gestión de la energía en Universidades Públicas, que se encuentra en su segunda convocatoria.

Bárbara Brea: “Es importante primero pensar cómo se está usando la energía para generar un sistema que vaya acompañando una transición hacia un mejor uso, más eficiente”

 

Por Andrea Romero, Julio Longa y Damián Ierace

Estás participando de este proyecto GENUP2.0. ¿De qué se trata y cuáles son los objetivos y acciones de esta propuesta en esta etapa?

El objetivo general, lo que traccionó el proyecto, era pensar una herramienta de gestión de la energía para instituciones públicas universitarias. Lo empezamos a trabajar en 2017 porque desde la gestión nacional se volvió a hacer hincapié sobre la gestión energética en distintos sectores y trataban de reflotar distintas herramientas para trabajar sobre este tema. La propuesta de la Secretaría de Energía de la Nación era una herramienta común para todos los edificios de la administración nacional pública. A lo cual un grupo de profesores de la UNAJ y de UTN Avellaneda, con quienes también armamos la primera parte de la propuesta, analizamos las diferencias de uso y de capacidad de recursos humanos que tiene cada una de las instituciones, de los usos de los edificios o de las dependencias de la administración pública: desde una base militar, un hospital, un edificio administrativo hasta universidades.

Por eso nos pareció que, para trabajar este tema tan particular del uso de la energía, primero debíamos superar el concepto de eficiencia energética y pensar en la gestión de la energía. Es decir, debemos entender que hay que implementar un sistema de gestión. Y segundo, contemplar que pueda ser por uso específico, atendiendo a los usos de cada dependencia en horas, en equipos, en capacidades energéticas, requerimientos, de personal que gestiona las estructuras. Nosotros pensamos que cada uno de esos usos requiere de una herramienta diferente para que los actores que se desempeñan en cada una de las instituciones puedan tomarla y desarrollarla de la mejor forma. También porque el uso de la energía está muy asociado al uso cultural de las cosas, de uso y costumbre. Por lo general se imponen hábitos muy difíciles, a contrapelo a lo que se está acostumbrado, y más pensado en el marco de la gestión pública. Entonces, es importante primero pensar cómo se está usando la energía para generar un sistema que vaya acompañando una transición hacia un mejor uso, más eficiente.

En esta propuesta de acompañar los usos y hábitos ¿qué tipo de herramientas, recomendaciones han encontrado para aportar desde su proyecto?

Para esto, lo que nos propusimos primero es hacer un relevamiento de consumo en cada una de las universidades y de actores, es decir, de quiénes y cómo se maneja la energía para lo cual avanzamos en un análisis de facturación, cómo se manejaba desde lo administrativo. Vimos que había alguna falencia y que se podía mejorar, ahorrar, no desde lo energético sino desde lo económico. Por otro lado, estuvimos haciendo un relevamiento de instalaciones junto al ingeniero que se encargó de la planificación eléctrica en la UNAJ. Pudimos relevar el estado de los tableros.

En el camino de estas acciones, nos surgió la posibilidad de concretar otro proyecto con el equipo de dirijo -como co-director está Jorge Zárate– que fue la instalación de un sistema fotovoltaico en el techo del rectorado de la UNAJ de 3 kilowatts, con un inversor que permite ver los datos de generación y que es principalmente de uso pedagógico, y abierto a la comunidad, para contrastar, por ejemplo, según el tamaño de la instalación, qué cantidad de energía genera, para qué usos se podría cubrir. Muchas personas tienen la ilusión que pueden instalar este tipo de sistemas en los techos y cubrir todas sus necesidades energéticas y no es tan así porque para ello se requiere una inversión muy grande ya que no son eficientes en cuento al espacio que ocupan los paneles fotovoltaicos.

Lo que nos ocurrió es que vimos que la universidad era demasiado grande para relevar para los tiempos y los recursos que teníamos. En esta primera etapa también trabajamos con el Grupo Gecor de la UTN Regional Avellaneda, con Leonardo Melo y Juan Carlos Pitman y alumnos de su grupo, que tienen un proyecto espejo, con otro tipo de financiamiento y son ingenieros electricistas. Nosotros somos un grupo más heterogéneo. Y en el proyecto espejo con ellos se pudo avanzar con un manual para gestión de la energía para universidades públicas, que pensamos usar para esta segunda etapa del proyecto en la que estamos ahora.

Esta segunda etapa, luego del relevamiento y estos avances de la realización del manual, ¿hacia dónde se orienta?

Utilizando la experiencia de la primera, que vimos que algunas cosas no pudimos realizar por no dimensionar bien las escalas de trabajo, decidimos acotarnos a un edificio solo de la UNAJ para armar una metodología de evaluación energética de edificios. La idea es tener bien plasmada la metodología. Para ello elegimos un edificio que tuviese un poco de todo, y por eso trabajamos sobre el Laboratorios Abrales de química porque tiene, además de los propios laboratorios, aulas, oficinas, el sistema de agua caliente. Y también esperando la presencialidad porque esto ocurrió en medio de la pandemia y si el edificio no se usa, hacer un relevamiento energético no tiene mucho sentido.

Entiendo que el concepto de eficiencia energética no es homogéneo. ¿Cuál es la idea de la que parten de eficiencia energética y qué tipo de proyección encuentran o encontraron al momento desde esa idea en la investigación?

Hacer eficiencia energética es lograr el mismo objetivo que tengas de uso, pero consumiendo menos energía o de igual forma. Este concepto supone que estás consumiendo energía de más y podrías consumir menos, aplicado a cualquier actividad. Lo cierto es que tanto en consumo doméstico como en cualquier otro uso hay situaciones de infraconsumo. Entonces se avanza sobre este concepto, pero primero hay que hacer una auditoría para ver cómo se está consumiendo esa energía. No consiste sólo en bajar el consumo, porque puede ser que no esté consumiendo mucho pero sí se esté haciendo mal. Para esto necesitas medidores de electricidad, de energía y potencia, de iluminación, encuestas, uso de luces y aires acondicionados que por la situación de pandemia se necesita aireación constante. Ahora entran los medidores de dióxido de carbono.

¿Cuáles estiman que pueden ser las proyecciones de máxima, o también de mínima del proyecto?

Nuestro objetivo es poder dar un diagnóstico de cómo se está consumiendo y más que nada porqué. Y a partir de eso, implementar, sugerir mejoras, armar talleres de concientización y capacitación más dirigido dependiendo a qué actores, cómo se va a dar esa información. Para esto es nuestro trabajo inicial con los recursos que tenemos.

Nos ocurrió algo muy interesante y es que nos visitó el Director de Biocombustible de la Secretaría de Energía de la Nación, Diego Roger y le presenté al grupo de trabajo. Le contamos sobre el proyecto -que también tiene que ver con transición energética- le interesó y nos propuso armar una propuesta para la Secretaría; un piloto para trabajar a nivel de toda la universidad para generar algún recurso más interesante y que esto aplicara como un modelo de política pública. Estamos entonces trabajando en cómo le damos forma para que sea replicable y volvimos a la idea original del proyecto.

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